Ding Done propone una red de microhubs para concentrar el reparto en barrios

La última milla multiplica sus esfuerzos para mejorar la sostenibilidad de sus operaciones. Mediante economía colaborativa, la empresa Ding Done ha extendido una red de microalmacenes en la ciudad de Barcelona donde los vecinos reparten la paquetería diariamente sin salir de su código postal. “¿Quién va a repartir mejor un paquete que un vecino de un barrio, sin salir de él, que conoce todas las calles y los tenderos?”, afirma el consejero delegado de la compañía, Miguel Pelegrín. A través de la recuperación y el enriquecimiento del barrio, Ding Done aspira a reducir las emisiones de CO2: “Queremos democratizar la actividad de la logística de reparto de paquetería en términos de sostenibilidad y medioambientales, ecológicos y de respeto al barrio”.
El funcionamiento de entrega de paquetes es sencillo. Por un lado, están los almacenes que hay repartidos por la ciudad y que pertenecen a personas que disponen de un espacio que no utilizan, como bajos comerciales o garajes. A partir de ellos, los repartidores realizan las entregas caminando a diario de paquetes con un máximo de tres kilogramos sin salir de su código postal. En ambos formatos, tanto si es el propietario del espacio ofrecido como almacén como si es repartidor, las personas pueden flexibilizar las horas de trabajo en función de sus intereses y la compañía se encarga de proporcionar formación.
Este es el punto de partida, pero el objetivo a corto plazo es implantar un modelo de microalmacenes en casas particulares, es decir, que cada repartidor reciba la paquetería a través del hub urbano distribuidor y se la lleve a su casa. Acto seguido, estos repartidores se coordinarían de manera individual con los destinatarios y así tendrían dos opciones, recoger el paquete en el domicilio del repartidor o recibirlo en su propia casa. Ding Done aún está ajustando los últimas detalles legales para ofertar este modelo, aunque esperan implantarlo “no más tarde de lo que queda de este año”.
La iniciativa nace como respuesta a los miles de millones de paquetes que se transportan al día en las ciudades. “Queremos darle sentido a algo que debe ir calando en la sociedad cada vez más, que es concienciarse de que al ritmo que vamos de crecimiento en cuanto a compras online, que es un ritmo del 20% anual, de aquí a unos años la movilidad urbana será insostenible”, subraya Miguel Pelegrín. Por esta razón, desde Ding Done creen que “lo saludable y lo sostenible es evitar la urgencia en los pedidos, la ultraconveniencia del destinatario“.
VECINOS REPARTIENDO A VECINOS
Además de coordinar las entregas, los propietarios de los espacios logísticos urbanos también trabajan con un gestor de flotas para controlar las devoluciones. De esta manera, “cuando alguien no quiera algo, simplemente tiene que llamarnos y, o bien pasamos a recogerlo por su casa, o bien él mismo lo deposita en el microalmacén y nosotros nos encargamos de devolverlo al comercio online o al operador logístico”. Actualmente, Ding Done está en negociaciones con “un distribuidor muy importante de Apple que tiene baterías, cargadores y otros productos” y están trabajando “un traje a medida” para este cliente. Gracias a esta colaboración, estos microhubs urbanos recibirían a diario los objetos electrónicos que hayan sufrido algún daño y que no funcionen bien de los vecinos de cada código postal y los llevarían a los establecimientos del distribuidor cuando fuesen a recoger la paquetería. Así, se aprovechará el viaje, y una vez estén reparados, transportarían de vuelta los objetos electrónicos a los destinatarios.
98,18%
Ding Done cuenta con el 98,18% de entrega efectiva en el primer intento de entrega
Otra ventaja de su propuesta por barrios es la garantía de entrega. “Ahora mismo, tenemos el 98,18% de entrega efectiva en primer intento de entrega”, señala Miguel Pelegrín. Para evitar desplazamientos, los centros logísticos urbanos de la red de Ding Done en cada código postal custodian el paquete hasta que el destinatario pueda recogerlo en dicho almacén o especifique su disponibilidad para recibirlo en su domicilio. “La garantía reside en la proximidad al destinatario, en tener una fluidez de comunicación con él”, añade el consejero delegado de la compañía. Por otro lado, la seguridad es una prioridad para la compañía: “Hemos contratado un seguro que se ajusta a las necesidades del coste que pueda suponer la pérdida o el hurto de alguno de los activos de los clientes”, especifica Miguel Pelegrín.
Por el momento, la red de microalmacenes abarca el 70-75% de la ciudad de Barcelona desde septiembre de 2021. En tres meses, Ding Done ha recibido aproximadamente 700 peticiones para incorporarse como repartidores o como proveedores de espacio logístico urbano. La oficina central de la compañía en Barcelona será un almacén propio y el resto son comercios que quieren colaborar con Ding Done o personas con un bajo comercial en desuso. Actualmente, están validando el proyecto con Grupo Mox en varios códigos postales de Barcelona y ya están en negociaciones con varios operadores logísticos nacionales e internacionales, además de con algunos comercios electrónicos para repartir su paquetería.
Contemplan su expansión por ciudades con unos 500.000 habitantes en una primera fase
Tras iniciar sus operaciones en Barcelona, el siguiente paso es expandirse por Madrid y más tarde llegar a Valencia. A futuro, el objetivo es implantar su modelo en ciudades de un tamaño medio en torno a los 400.000-500.000 habitantes en una primera fase y, en una segunda, llegarían a ciudades más pequeñas e incluso a poblaciones remotas. “El proyecto es muy escalable, y una vez que trabajemos con grandes operadores logísticos y con grandes comercios electrónicos, escalar este proyecto a Francia, Portugal, Italia o Alemania será realmente sencillo”, vaticina el consejero delegado de la compañía.