31 de marzo de 2023 | Actualizado 10:56
Oceanogràfic de Valencia

Las idas y venidas de los inquilinos de uno de los acuarios más grandes de Europa

El Oceanogràfic de Valencia ha vivido una serie de operaciones de traslado muy delicadas para respetar el bienestar de los animales

La Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia acoge en su complejo uno de los acuarios más grandes de Europa, el Oceanogràfic de Valencia. Esta instalación cuenta con el túnel submarino más largo de Europa y diferentes acuarios de grandes dimensiones que reproducen fielmente los ecosistemas marinos más importantes. Recorriendo el Oceanogràfic, se puede pasear bajo los dientes afilados de los tiburones y conocer las únicas belugas de Europa. ¿Cómo llegan los diferentes animales a sus instalaciones? Se trata de un reto logístico muy personalizado para cada uno de los casos, el más reciente, el transporte de unas tortugas desde Japón.

El Oceanogràfic de Valencia no dispone de un departamento propio que se dedique únicamente a la gestión de traslado de animales, pero sí de personal específico del departamento de Biología que, entre otras tareas, se hace cargo de dichas gestiones. Para el transporte de animales, en muchas ocasiones se cuenta con un servicio externo para la gestión de aduanas e inspecciones veterinarias en países terceros. La entidad trabaja con operadores de transporte directamente, como Trasmediterránea o Iberia Cargo, aunque para el transporte aéreo la operación se suele gestionar a través de agencia.

Uno de los aspectos clave en la logística del traslado de animales al Oceanogràfic es la documentación

Uno de los aspectos clave de la logística del traslado de los animales es la documentación, que depende mucho de la especie a transportar. “Si la especie está catalogada como Cites (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre), tendremos que contar con el certificado Cites de exportación de las autoridades del país de origen y otro certificado de importación de las autoridades del país receptor”, apuntan fuentes del Oceanogràfic. “Si no está catalogada como Cites”, señalan, “el traslado del animal es más sencillo y rápido”.

Una vez resuelto este punto, otra documentación indispensable para estas operaciones es la de los certificados sanitarios, tanto de exportación como de importación, que verifican que el animal no es portador de ninguna enfermedad contagiosa que pueda poner en riesgo a la población receptora. “Si el traslado es nacional, facilitará el transporte, pues la documentación se reduce en comparación con los transportes internacionales”. Una vez solventada la parte administrativa, llega la parte más operacional, la de encontrar un medio de transporte que garantice el traslado en condiciones óptimas y en unos tiempos que no comprometan la salud del animal. En este caso, la especie a transportar en cuestión y el tamaño marcarán tanto el tipo de alojamiento como el modo de transporte.

La especie a transportar y su tamaño marcan el tipo de alojamiento y el modo de transporte

La última llegada al Oceanogràfic de Valencia han sido cuatro ejemplares de tortuga verde desde un acuario en Nagoya (Japón). En esta ocasión, apuntan fuentes de la instalación, “lo que más ha costado ha sido la parte administrativa. Una vez resuelto el papeleo, los animales han llegado en avión vía Suiza”. Las tortugas han viajado en unos contenedores específicos para transporte, con medios para garantizar una temperatura óptima durante todo el traslado, puesto que son animales tropicales que necesitan de temperaturas cálidas. Una vez en Valencia, han pasado el preceptivo control veterinario y han estado en las instalaciones de cuarentena previo a su salida hasta su ubicación definitiva.

No parece muy difícil, ¿verdad? Sin embargo, en los últimos dos años han destacado dos transportes sobre el resto, tanto por la complejidad de los animales a transportar como por la logística a escala de material que se ha tenido que movilizar. El primero de ellos ha sido el traslado de morsas entre Valencia y Hamburgo (Alemania). “Para el transporte de las morsas”, indican fuentes del acuario valenciano, “se tuvieron que construir unas cajas especiales de transporte que soportaran, no solo el propio peso de los animales, sino que también fueran lo suficientemente resistentes para contener a un animal de esas dimensiones”.

Traslado de morsas desde el Oceanogràfic de Valencia hasta Hamburgo / Oceanogràfic Valencia

Una vez construidas estas cajas, “hubo que condicionar a los animales a entrar voluntariamente en los recintos (tardamos meses) y que se acostumbraran al espacio”, han apuntado. “La logística para sacar las cajas de transporte obligó a desmontar parcialmente el techo de la instalación del Ártico del Oceanogràfic y el viaje en camión hasta Hamburgo tuvo constantes paradas para garantizar el estado óptimo de los animales en todo momento”, ha apuntado el acuario valenciano. “A este viaje”, añade, “asistieron algunos de los cuidadores de las morsas y personal veterinario del centro”.

El Oceanogràfic desmontó parte del techo de la instalación del Ártico para sacar a las morsas que viajaban a Hamburgo

Hasta 60 horas y 3.000 kilómetros recorridos. Estas son las grandes cifras de otro de los traslados más complejos que se han realizado para el Oceanogràfic de Valencia. “El reto era enorme”, señalan fuentes de la instalación, “pues nadie había transportado un animal de estas características con ese tamaño, 3,7 metros”. En esta ocasión, “tuvimos que contratar un camión especial con un tanque suficientemente grande para poder albergar un animal de esas dimensiones”. El acuario de Göteborg (Suecia), de donde procedió este ejemplar, “tuvo que acometer obras para poder sacarlo de sus instalaciones y demoler parte de los muros existentes”. A su llegada a Valencia, se tuvieron que habilitar diferentes dispositivos para trasladar al pez espada desde el camión hasta el acuario, con elevadoras mecánicas y un tanque de gran volumen para este traslado.

Estos son solo algunos ejemplos de las dificultades que entraña el traslado de una “mercancía” tan sensible como son los animales. Garantizar su bienestar siempre es la primera preocupación de los responsables y cuidadores del Oceanogràfic, que en numerosas ocasiones se encuentran con retos inimaginables para trasladar a estas especies a su nuevo hogar en Valencia.